Montreal,.. and suddenly winter!









Hay momentos que necesitamos perspectiva. Esa necesidad imperiosa de ver desde otro punto de vista, para analizar, para tomar decisiones, para sentir que pese a todo, sigues siendo tú, más adulta y más madura, pero tú. Y como en un mapa, te sitúas en la vida, esa que es tuya, esa en la que trabajas para que sea como mínimo, una vida feliz!

Bajón existencial, dicen.


Esta vez no podía hacerlo sola, y aprovechando que James (y su amorcito Manolo) ahora vive en Montreal, a 4 y no a 40 horas de vuelo, fui a visitarla, a abrazarla, a escucharla, a disfrutarla, a dejarme mimar y querer, a reírme a carcajadas, a recordar nuestros momentos vitales, viajes, aventuras y desventuras de estos 15 años de amistad que nos unen, pese a la distancia.


Perspectiva, decisiones, análisis, no sé,.. lo más importante fue compartir charlas, paseos, momentos serios o los nada serios, vinos, disertaciones, cenas ricas, sofa-charlas con una amiga de verdad, de las de toda la vida, de las que te entiende y comprende, de las que te han visto evolucionar, caerte y levantarte tantas veces y de las que te quiere tal cual eres, en esencia.

Y si, el vuelo son 4 horas, pero pasas de 31°C y 70° de humedad a -16°C y frío polar, de las palmeras a los arboles nevados, de las chanclas a las botas especiales de nieve, de la cerveza fría al vino caliente, del pueblo caribeño a una ciudad cosmopolita, del aire acondicionado a la chimenea, de la tristeza a la sonrisa... y yo obviamente, feliz!